8/29/2007

Pie de limón


Ingredientes:
Para la base crocante

30 g de azúcar impalpable
30 cc de licor de naranja
150 g de galletita dulce
50 g de manteca
Para el relleno
800 cc de leche condensada
80 cc de jugo de limón sutil
80 cc de jugo de limón
8 yemas de huevo
Ralladura de 1 limón
Preparación:
Para la base
Procesar todos los ingredientes, armar la base en una tartera, llevar a frío y luego precocción en horno a 180° C durante 10 minutos.
Para el relleno
Batir las yemas, agregar la leche condensada, los jugos de limón le dan acidez, la ralladura le da sabor, mezclar bien verter sobre el molde precocido y llevar a horno 180° C durante 15 minutos.

8/28/2007

Verdades y mentiras de la César salad


Dice la historia que la ensalada fue preparada por primera vez en el Hotel Caesar’s de Tijuana en el año 1940, un grupo de aviadores que allí se hospedaban, regresaron una noche tarde y al pedir algo de cenar, se les explicó que ya estaba cerrada la cocina y no había nada más que lechuga, ellos pidieron que les prepararan una simple ensalada, la que elaboró el Chef Livo Santini, basado en una vieja receta familiar que, su madre acostumbraba a hacerles en el lugar donde vivían que era en el sur de Italia, y resultó ser un manjar que los pilotos apreciaron y aplaudieron esa noche, por lo que la ensalada fue bautizada en esa ocasión como “Ensalada de los aviadores”. Posteriormente César Cardini, dueño del famoso hotel se nombró autor de la famosa “Ensalada César”, conservando su paternidad en forma profesional. Ahora esta no es la única historia de esta famosa ensalada, se dice que un 4 de julio de 1924, época de la Ley Seca, los estadounidenses de California viajaban a Tijuana a beber y en uno de los restaurante de esta ciudad propiedad de los hermanos Cardini ocurrió que el restaurante estaba con su carta bastante pobre y habiendo recibido a importantes comensales, Alessandro Cardini, hermano de César Cardini, resolvió improvisar con un poco de pan francés, lechuga romana, ajo, huevos y salsa inglesa, así se habría preparado por primera vez esta ensalada, en ese entonces no llevaba anchoas, era el contenido de extracto de anchoas de la salsa inglesa quien le agregaba ese sabor.
Pero hay más historia Julia Child, famosa cocinera americana en su libro Julia Child's Kitchen describe que ha comido esta ensalada en el Cardini's restaurant en 1924 siendo una niña.
Verdades y mentiras: el hotel fue inaugurado en el año 1930, Julia Chile la nombra en el año 1924 en su libro, cual es la verdad, no sabemos lo cierto que esta ensalada es un verdadero manjar.
Aquí la receta que les propongo:
Ingredientes:
1 unidad de lechuga romana
50 g de queso parmesano
75 g de croutons
Para el aderezo
1 diente de ajo
2 anchoas
Salsa inglesa c/n
30 cc de jugo de limón
Sal fina c/n
Pimienta blanca molida c/n
150 g de mayonesa
Salsa tabasco c/n
30 cc de aceto balsámico
50 g de queso parmesano
Mostaza de Dijon c/n
Preparación:
Cortar la lechuga a mano, incorporarle los croutons y el parmesano cortado en láminas, procesar el ajo con las anchoas y el jugo de limón, incorporarle la mayonesa y el resto de los ingredientes.

8/27/2007

Figacitas de manteca


Ingredientes:
200 cc de agua
10 g de sal
70 g de manteca
1 cucharadita de extracto de malta
20 g de levadura
500 g de harina 000 Preparación:
Desleír la levadura en un poco de agua, colocar dentro de un recipiente el resto del agua, la sal y la manteca blanda, mezclar con cuchara de madera y agregar el extracto de malta, incorporar la levadura desmenuzada y poco a poco la harina, formar un bollo y amasarlo, colocar sobre la mesada, dejar descansar cubierto con polietileno. Estirar un poco, espolvorear con harina y doblar por la mitad. Volver a estirar y repetir la operación 2 veces más. Dejar descansar, estirar hasta dejar de ½ centímetro de espesor y cortar con molde redondo, ubicar las piezas una al lado de la otra sobre una placa enmantecada. Cubrir y dejar levar en lugar tibio, pincelar con manteca derretida y hornear a 200º C durante 20 minutos. Pincelar con manteca derretida al retirarlas del horno
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8/26/2007

La tortilla francesa u omelette una breve historia


La tortilla francesa u omelette es un plato elaborado con huevo batido y cocinado con manteca o aceite de oliva, dependiendo de la zona, en una sartén. En realidad es una tortilla de huevo que se sirve como acompañamiento o entrante. La forma que adquiere durante el cocinado es similar al de una hoja redonda y luego plegada. La versatilidad de este plato es tan grande que existen innumerables variaciones. El origen de la expresión "tortilla francesa" difiere del pensamiento generalizado, según el cual este plato proviene de Francia. Tiene su origen en España durante la Guerra de la Independencia. Con los bloqueos empezaron a escasear algunos alimentos, incluyendo las papas, ingrediente necesario para elaborar una tortilla española. Es así como se empezaron a elaborar tortillas simples, sin papas, que el pueblo denominó a modo jocoso "tortilla francesa".
Su preparación es muy sencilla fundir la manteca en una sartén, volcar en ella los huevos, mezclar con una espátula o batidor de teflón hasta que empiece a coagular, relleno el que guste, yo la hice con salame picado, replegar los bordes del omelette hacia su centro, darlo vuelta y volcarlo en un plato.
En su libro Huevos, Michel Roux dice: Las tortillas son fáciles de hacer y de digerir, se preparan rápidamente, y son perfectas para una comida de plato único. Dependiendo del gusto, la tortilla puede cocinarse bien hecha, jugosa o cruda en el centro, que es como a mí gusta. Desde mi punto de vista, su color debería ser un dorado muy claro. Algunos prefieren un tono más oscuro y a otros les gustan las tortillas muy pálidas (yo las llamo «anémicas»). También es posible hacer una tortilla solo de claras. Mi definición favorita de la tortilla perfecta (tomada de Mlle. Cécile de Rothschild) es equilibrada en todos los aspectos, con solo un toque de color, delicada al tacto, blanda y suave.

Nuestro gran amigo el huevo


La complejidad de la composición del huevo y las características muy diferentes de las partes que lo componen (yema y clara) ofrecen múltiples posibilidades de utilización en la cocina en función de las cualidades físico-químicas u organolépticas que se requieran para cada receta. Así, el huevo tiene capacidad espumante, emulsionante, espesante, aglutinante y colorante, entre otras. Por eso, además de los placeres gastronómicos que proporciona consumido en platos que lo emplean como único ingrediente (huevo frito, tortilla francesa, huevo cocido, escalfado, mollet, pasado por agua…), el huevo se hace imprescindible en multitud de recetas que requieren su presencia para aportar sus propiedades funcionales características, entre las que destacan:
Capacidad coagulante: es una cualidad que comparten clara y yema. Se produce por la desnaturalización de las proteínas del huevo por efecto del calor o de la agitación mecánica. La ovoalbúmina es la fracción más importante de las proteínas que componen la clara y la principal responsable de este efecto. La coagulación de la clara comienza a los 57º C y a partir de 70º C la masa se solidifica. La yema comienza a espesarse a 65º C y deja de ser fluida a partir de los 70º C. La coagulación es muy útil en la elaboración de repostería (flanes, puddings), pero además es una de las propiedades más empleadas del huevo, cuyo tratamiento más común en la cocina es el calor (huevos cocidos, tortillas, rebozados, elaboración de repostería…).
Capacidad aglutinante: es una característica de la clara y de la yema, aprovechada en charcutería. Permite la unión de los diferentes componentes de un producto elaborado gracias a la capacidad de los sistemas coloides que son la clara y la yema para formar geles en los que engloban otras sustancias añadidas. Los patés, por ejemplo, consiguen su textura gracias a esta propiedad.
Capacidad espumante: es una propiedad de la clara. La espuma es una emulsión agua-aire. La formación de espuma tras el batido es debida a las proteínas denominadas globulinas y lisozima. La estabilidad de la espuma formada se debe a la ovomucina. Las proteínas termo-coagulables previenen el desmoronamiento de la espuma durante la cocción. El poder espumante del huevo se aprovecha en repostería para la elaboración de merengues, mousses, claras a punto de nieve, bizcochos, pasteles.
Capacidad anticristalizante: la clara de huevo es la responsable de esta característica. Es muy útil en pastelería y confitería, donde se emplean soluciones sobresaturadas de azúcar. Un ejemplo es el empleo de la clara de huevo en la fabricación de turrón, que permite trabajar con concentraciones muy elevadas de azúcar sin que éste forme cristales detectables.
Capacidad emulsionante: es propia de la yema y conferida por su estructura, ya que es una emulsión del tipo aceite-agua. La yema confiere gran estabilidad a las emulsiones en las que interviene, debido a su viscosidad y a la presencia de lecitina. Esta propiedad es la que permite que “liguen” las salsas (mayonesas y otras).
Capacidad colorante: es propia de la yema, que aporta los pigmentos que le dan su color característico. Es especialmente importante en pastas alimenticias, repostería, salsas…
Capacidad aromatizante: el huevo tiene un aroma especial, aportado por la yema, que transmite a los platos en los que interviene. Esta propiedad es igualmente apreciada en la fabricación de pastas alimenticias (macarrones, ravioles, etc.), y en repostería.

8/24/2007

Girona el casco antiguo de la ciudad

Nuevamente con fotos de mi viaje aquí les muestro mi día en Girona, en el casco antiguo de la ciudad. Girona está situada entre los ríos Ter y Onyar. A lo largo de la historia ha destacado por su importancia estratégica. Su casco antiguo conserva gran parte de su encanto medieval, situada en un lugar privilegiado, lo que ha propiciado la ocupación de diferentes civilizaciones a lo largo de su historia. Los romanos establecieron en la zona una ciudad fortificada conocida con el nombre de Gerunda. Con la caída del Imperio Romano en el siglo III, Girona pasó a manos de los visigodos, hasta que fue invadida por los árabes en el siglo VIII. Posteriormente, Carlomagno creó el Condado de Girona, desde donde se inició la Marca Hispánica. El conde Guifré I unió los condados de Barcelona y Girona. Durante el siglo XV llegó a ser una de las ciudades más importantes de Cataluña. Judíos y cristianos convivieron en ella, que fue sede episcopal y capital de obispado. En el siglo XVI vivió un momento de gran esplendor hasta que en el siglo XVII, a causa de la Guerra dels Segadors, comenzó su decadencia. Como consecuencia de las sucesivas contiendas franco-españolas, Girona perteneció a Francia durante cuatro años. Sufrió la ocupación napoleónica hasta el año 1814. Hacia 1833 fue declarada capital de la provincia y empezó su recuperación demográfica. A partir de 1950 inició la recuperación económica. En la actualidad es una ciudad abierta y muy turística, así como un importante centro de ferias y mercados.
















Tarta de puerros con masa de levadura


Es una masa que queda muy esponjosa y con una textura muy buena, diferente al resto de las masas que usamos para tartas. No dejen de probarla, inclusive se pueden hacer tartas dulces agregando en los ingredientes 10 g de azúcar, yo hice un enrejado por encima, se puede colocar otra tapa de masa, teniendo la precaución de dejar un orificio a modo de chimenea para que durante la cocción escape el vapor. Ingredientes:
Para la masa
300 g de harina 0000
2 huevos
15 g de levadura
50 cc de leche
70 g de manteca
10 g de sal
Para el relleno
300 g de puerros picados
150 g de panceta ahumada picada
1 diente de ajo picado
40 g de manteca
Sal
Pimienta negra recién molida
Para el ligue 80 g de crema de leche
80 g de queso crema
40 g de queso parmesano rallado
2 huevos
Sal
Pimienta blanca
Preparación:
Para la masa
Desleír la levadura con la leche, en un bol colocar la harina, los huevos y la sal, agregar la leche con la levadura, mezclar y finalmente agregar la manteca pomada, formar una masa homogénea y dejar tapada con un lienzo durante 30 minutos. Dividir la masa en dos parte una más grande que la otra, estirar con palote a un espesor de 3 milímetros, para la base y otra para el enrejado.
Para el relleno
En una sartén con manteca rehogar el ajo junto al puerro y la panceta, salpimentar y reservar.
Para el ligue
Mezclar todos los ingredientes en un bol.
Armado
Enmantecar un molde, colocar la base de la tarta, pintar los bordes con huevo para que se pegue la masa del enrejado, acomodar el relleno, verter por encima el ligue y finalmente colocar el enrejado, llevar a horno 180° C durante 30 minutos.

8/23/2007

Que rico

En general una o dos veces a la semana nos juntamos a comer con mis hijos ya son grandes y no viven conmigo y anoche cociné para ellos un clásico que a todos nos gusta milanesas con salsa de tomate y queso (en Argentina las llamamos a la napolitana) y una tortilla de papas, yo le agrego un poquito de perejil picado da muy rico sabor.


8/22/2007

Alimentos transgénicos


Por alimento transgénico o modificado genéticamente se entiende aquel alimento en el cual, mediante ingeniería genética, se ha introducido un gen de otro organismo o se le ha suprimido o modificado un gen propio. Esta modificación genética permite que el organismo, por ejemplo un vegetal, produzca una nueva proteína o deje de producir una proteína del organismo original. Dicho de otra forma, es aquel alimento obtenido de un organismo al cual le han incorporado genes de otras especies para producir una característica deseada, a modo de ejemplo, tomar los genes de un pescado que le permitan resistir al frío e incorporarlos a un tomate. El hombre lleva varios miles de años modificando los vegetales que utiliza como alimento, tal es el caso de muchas frutas que son productos de mezclas de diferentes plantas, sin embargo la ingeniería genética permite ahora llevar a cabo en pocos años y en forma controlada modificaciones que antes costaban décadas de trabajo. En un principio, el hombre se alimentaba de los animales que podía cazar o de las especies vegetales que crecían en su entorno más inmediato, posteriormente se idearon técnicas para cultivar ciertas plantas, cuando los primeros seres humanos decidieron establecerse y cultivar sus alimentos, en lugar de vagar para encontrarlos, nacieron la agricultura y la civilización. Con el tiempo, los métodos se han vuelto más sofisticados, pero todos los intentos por mejorar los cultivos de alimentos han dependido, del enfoque popular de la naturaleza hacia la producción. Las aves y abejas aún permiten a los reproductores cruzar cultivos con sus parientes silvestres. La reproducción de híbridos desarrolla características deseables, tales como un sabor más agradable, un color más intenso y mayor resistencia a ciertas enfermedades vegetales. En sus comienzos, la ingeniería genética se utilizó para producir sustancias de uso farmacéutico, como la insulina, vía la modificación genética de microorganismos, con los posteriores desarrollos aquellas investigaciones preliminares se aplicaron y derivaron en la obtención de vegetales y animales modificados genéticamente de forma tal de mejorar sus propiedades implícitas. Los objetivos y mejoras principales a los que se apuntaba eran los de obtener mayor vida comercial en los productos, resistencia a condiciones ambientales más agresivas (heladas, sequías, distintos tipos de suelos), resistencia a herbicidas más fuertes y potenciar la autodefensa contra plagas e insectos.
El primer alimento, modificado por la ingeniería, en ser producido para el consumo masivo fue el tomate Flavr Svr, el 18 de mayo de 1994, la Agencia para la Alimentación y los Medicamentos (FDA) estadounidense autorizó la comercialización de este tomate. El fruto había sido modificado genéticamente por la compañía Calgene para frenar el proceso de ablandamiento y senescencia tras la maduración. En el caso de los tomates Flavr-Savr se inhibe una enzima responsable del ablandamiento y senescencia del fruto maduro, al ser este proceso más lento tomates pueden recolectarse ya maduros y comercializarse directamente, habitualmente los tomates normales se recogen verdes y se maduran artificialmente antes de su venta, con etileno, por lo que su aroma y sabor son inferiores a los madurados de forma natural. Desde entonces se han elaborado cerca de cien vegetales con genes ajenos insertados. Los productos transgénicos más importantes en la actualidad son la soja resistente al herbicida glifosato. El glifosato es un herbicida no selectivo de amplio espectro, desarrollado para eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes, es un herbicida total que es absorbido por las hojas y no por las raíces. La aplicación de Glifosato mata las plantas eliminando su capacidad de generar aminoácidos aromáticos. El glifosato es el principio activo del herbicida con nombre comercial Roundup de Monsanto. Monsanto patentó el evento Resistencia al Glifosato con transgénesis con el género Petunia, a través de un género de bacteria portador del gen resistencia de Petunia, incorporando así a la planta de soja la resistencia al glifosato. El gen de tolerancia al herbicida insertado en la soja procede de otra planta y favorece la sustitución de otros insecticidas más tóxicos por otros menos perjudiciales para mamíferos, peces y aves. Todas las variedades resistentes a insectos producidas hasta el momento llevan genes específicos para generar la toxina Bt, una sustancia que se vaporiza sobre los cultivos. Otros alimento que posteriormente se modificó fue el maíz, al que se le modificó para resistir determinados insectos y generar mayores rendimientos por cultivo y cosecha. Desde muchos puntos de vista, las perspectivas de esta tecnología son bastamente amplias por lo que actualmente existen varias decenas de otros productos listos para ser comercializados. Sin embargo, y aún a pesar de las amplias fronteras que esta ciencia tiene, debido a diversas razones la cantidad de productos disponibles en el mercado es muy reducida y acotada. Como contra cara de este tremendo avance tecnológico existe una segunda voz, la que se mantiene en contra de la manipulación genética de los alimentos y que enuncia que esta atenta contra la salud de la población. Estas voces de protesta se originan en que existen campos con diversas dudas concernientes al tema, que la ciencia no ha develado completamente. Por esto, es que diversas organizaciones ambientalistas y ecologistas claman en favor de la agricultura biológica y orgánica, y promueven los alimentos de calidad que no aplican modificaciones o alteraciones genéticas, o utilizan agroquímicos y/o agro tóxicos para su crecimiento. Dada la corta historia de este tremendo avance tecnológico, existe poca legislación que controle o regule la utilización de esta ciencia. Al respecto, una de las pocas condiciones que se deben cumplir son las de respetar una directiva europea de 1997 que obliga a que los productos transgénicos:
Demuestren ser necesarios y útiles, sean seguros para la salud humana y el medio ambiente,
que sus características sean las declaradas y se mantengan a través del tiempo, que posean un etiquetado detallado que especifique si el producto está modificado genéticamente.
Los ingredientes (sustancias transgénicas) más habituales y a tener en cuenta al momento de leer una etiqueta de alimentos son los siguientes:
Lecitina de soja, proteína vegetal texturizada, proteína texturada de soja, dextrosa, aceite vegetal hidrogenado, emulsionante (proteína de soja aislada), harina de soja. Actualmente la mayoría de los productos que contienen bases de soja o lecitina de soja, suelen aparecen camuflados bajo la inscripción 322.
Las aplicaciones de la ingeniería genética reconocidas para obtener productos de características mejoradas son las siguientes:
• Apio, zanahoria: prolongar el crujiente en el momento de ser ingerido.
• Achicoria (radicheta): incremento de la dulzura en su sabor.
• Café: mejorar la resistencia al ataque de insectos, incrementar el rinde productivo (rendimiento de la plantación y la cosecha), reforzar el aroma, reducir el contenido de cafeína.
• Maíz: incrementar la resistencia al ataque de insectos.
• Papa: potenciar su resistencia a ser afectada por virus, aumentar su resistencia al ataque de insectos, reducir su capacidad de absorción de aceites (durante la fritura), obtener variedades más dulces.
• Soja: reducir la necesidad de utilización de fertilizantes, favorecer su resistencia a herbicidas más selectivos, incrementar su aporte nutritivo aumentando su valor proteico, eliminar los componentes causantes de alergias.
• Uva: conseguir nuevas variedades sin semillas.
Los productos que resultan de la manipulación genética se pueden clasificar de acuerdo con los siguientes criterios:
• Organismos susceptibles de ser utilizados como alimento y que han sido sometidos a ingeniería genética como, por ejemplo, las plantas manipuladas genéticamente que se cultivan y cosechan.
• Alimentos que contienen un aditivo derivado de un organismo sometido ingeniería genética. • Alimentos que se han elaborado utilizando un producto auxiliar para el procesamiento (por ejemplo, enzimas), creado gracias a las técnicas de la ingeniería genética. Este tipo de sustancias suelen denominarse alimentos recombinantes.
Para incorporar genes foráneos comestibles en la planta o en el animal, es preciso introducir vectores o «parásitos genéticos», como plásmidos y virus, a menudo inductores de tumores y otras enfermedades (por ejemplo, sarcomas y leucemias). Estos vectores llevan genes marcadores que determinan la resistencia a antibióticos como la kanamicina o la ampicilina, que se pueden incorporar a las poblaciones bacterianas (de nuestros intestinos, del agua o del suelo). La aparición de más cepas bacterianas patógenas resistentes a antibióticos constituye un peligro para la salud pública.
La misma técnica se ha utilizado para conseguir soja con un aceite de alto contenido en ácido oleico (89% o más, frente al 24% de la soja normal).
El maíz resistente al ataque de insectos contiene un gen que codifica una proteína, que tiene acción insecticida al ser capaz de unirse a receptores específicos en el tubo digestivo de determinados insectos, interfiriendo con su proceso de alimentación y causándoles la muerte. La toxina no tiene ningún efecto sobre las personas ni sobre otros animales. La utilización de plantas con genes de resistencia a insectos y herbicidas permite reducir el uso de plaguicidas y conseguir un mayor rendimiento. Los vegetales transgénicos más importantes para la industria alimentaria son, por momento, la soja resistente al herbicida glifosato y el maíz resistente al insecto conocido como taladro. Aunque en algunos casos se emplea la harina, la utilización fundamental del maíz en relación con la alimentación humana es la obtención del almidón, y a partir de éste, de glucosa y de fructosa. La soja está destinada a la producción de aceite, lecitina y proteína. En la actualidad se comercializan cerca de setenta alimentos transgénicos en todo el mundo, la gran mayoría de ellos en países como Australia, Canadá, Japón y los Estados Unidos.
Beneficios de la biotecnología de alimentos
Estas nuevas técnicas auguran posibilidades reales de optimizar la producción de alimentos. El método mencionado en el caso de los tomates, cosechados para el consumo directo, sin necesidad de que maduren artificialmente en cámaras, se está aplicando al cultivo de melones, duraznos, plátanos y papayas de mejor sabor, y a flores recién cortadas, cuya duración se prolonga, más concretamente, la biotecnología influirá positivamente en los siguientes aspectos:
• Mejor calidad de los granos en semilla.
• Mayores niveles de proteínas en los cultivos de forrajes.
• Tolerancia a sequías e inundaciones
• Tolerancia a sales y metales.
• Tolerancia al frío y al calor.
Los experimentos de manipulación genética aplicados a producción de maíz han arrojado un balance positivo en la actualidad el maíz y la soja son los vegetales transgénicos más importantes para la industria alimentaria.
“Por el momento, los beneficios que aportan los alimentos transgénicos no son tan evidentes para el consumidor como lo son para el productor y para el medio ambiente", afirma el doctor John Thomas, investigador del Health Science Center de la Universidad de Texas (Estados Unidos). Los vegetales transgénicos disponibles permiten reducir la utilización de pesticidas y herbicidas, de esta forma, es posible reducir los costos y se aumenta la productividad de la tierra. "En cuanto a los beneficios de los alimentos transgénicos para los consumidores, continúa el doctor Thomas, estos se verán en el futuro, cuando salgan de los laboratorios muchos de los productos que actualmente se encuentran en distintas fases de experimentación". Alimentos fortificados con vitaminas y micronutrientes esenciales, por ejemplo, serán de gran utilidad para combatir las deficiencias nutricionales que padece un elevado porcentaje de la humanidad. Incluso se está experimentando con la creación de alimentos que contengan productos medicinales, los alimentos que contengan vacunas son un buen ejemplo de ello.
Otro ejemplo de alimento transgénico que debe salir al mercado en los próximos años es el arroz genéticamente modificado, cuyo nombre es arroz dorado (golden rice, en inglés). Este arroz, actualmente desarrollado en laboratorios de distintos países, Suiza, principalmente, se ha modificado genéticamente para que contenga más micronutrientes, como la vitamina A y el hierro.
Riesgos de la Biotecnología de los alimentos
La introducción de genes nuevos en el genoma de la planta o del animal manipulado provoca transformaciones impredecibles de su funcionamiento genético y de su metabolismo celular, el proceso puede acarrear la síntesis de proteínas extrañas para el organismo, responsables de la aparición de alergias en los consumidores, la producción de sustancias tóxicas que no están presentes en el alimento no manipulado, así como alteraciones de las propiedades nutritivas (proporción de azúcares, grasas, proteínas, vitaminas, etc.).
Hay suficientes peligros reales como para afirmar que estos alimentos no son seguros. Las experiencias pasadas con biocidas como el DDT, aconsejan una prudencia extrema. Junto a los riesgos sanitarios, la amenaza para el medio ambiente es, incluso, más preocupante, la extensión de cultivos transgénicos pone en peligro la biodiversidad del planeta potencia la erosión y la contaminación genética, además del uso de herbicidas (un importante foco de contaminación de las aguas y de los suelos de cultivo). Según un informe de la OCDE, el 66% de las experimentaciones de campo con cultivos transgénicos que se realizaron en años recientes estuvieron encaminadas a la creación de plantas resistentes a herbicidas La Agencia de Medio Ambiente de Estados Unidos advierte de que este herbicida de amplio espectro ha situado al borde de la extinción a una gran variedad de especies vegetales del país, por otro lado, está considerado uno de los más tóxicos para microorganismos del suelo, como hongos, actinomicetos y levaduras. Otra de las preocupaciones fundadas es el posible escape de los genes transferidos hacía poblaciones de plantas silvestres, relacionadas con dichos cultivos transgénicos, mediante el flujo de polen, la existencia de numerosas hibridaciones entre si, todos los cultivos transgénicos y sus parientes silvestres ha sido bien documentada, la introducción de plantas transgénicas resistentes a plaguicidas y herbicidas en los campos de cultivo conlleva un elevado riesgo de que estos genes de resistencia pasen, por polinización cruzada a malas hierbas silvestres emparentadas creándose así las denominadas «súper malas hierbas», capaces de causar graves daños en plantas y ecosistemas naturales. A su vez, estas plantas transgénicas con características nuevas pueden desplazar a especies autóctonas de sus nichos ecológicos.

8/20/2007

Carpaccio de bresaola


Recuerdan que me habían regalado el aceite con trufas blancas, acá les cuento mi receta, nunca había lo probado y puedo decir sencillamente una delicia.

Ingredientes:
Hojas de rúcula
Fetas de bresaola
Virutas de grana padano
Tomates confitados
Aceite de oliva al tartufo bianco
Sal
Pimienta negra recién molida

Espirales de canela y azúcar negra


Ingredientes:
Para la masa
200 g de puré de papa
240 cc de leche
120 g de azúcar
5 g de sal fina
70 g de manteca
25 g de levadura fresca
1 huevo
500 g de harina 0000
Ralladura de limón c/n Para el relleno
160 g de azúcar negra
Canela molida c/n
100 g de manteca Para el glaseado
60 g de manteca
200 g de azúcar impalpable
Esencia de vainilla c/n
Esencia de almendra c/n
60 cc de crema de leche
50 g de nueces picadas Preparación:
Para la masa

Calentar el puré con la mitad de la leche, la manteca, sal y azúcar, hasta disolver el azúcar, dejar entibiar a temperatura ambiente. Disolver la levadura con la leche restante y un poco de harina y dejar que espume. Hacer una corona con la harina y en el centro colocar la levadura y la mezcla de papas, el huevo y la ralladura, formar una masa blanda, trabajarla y agregar harina en caso necesario, para que no se pegue en la mesada. Dejar en sitio tibio hasta que duplique su volumen. Estirar la masa en forma rectangular hasta un espesor de 1 cm. Untar la masa con la manteca derretida, dejar una franja para pintar con doradura para el cierre, espolvorear con canela y el azúcar negra, arrollar y cortar rodajas de 1 ½ centímetro, estibar en placa enmantecada, dejar levar al doble y hornear a 180° C durante aproximadamente 20 minutos. Retirar del horno y volcar el glaseado.
Para el glaseado
Mezclar todos los ingredientes y volcar sobre los buns al momento de sacar del horno, finalmente rociar con las nueces picadas.

8/18/2007

Pan de panchos


En Argentina le decimos panchos a las salchichas, los americanos lo conocen como hot dogs y otros simplemente como salchichas tipo alemanas, tipo frankfurt, para mí son la perdición, con los ingredientes que quieran, mayonesa, ketchup, mostaza, etc. Ingredientes:
1 kg de harina 0000
600 cc de agua
20 g de levadura
60 g de leche en polvo
100 g de azúcar
20 g de extracto de malta
110 g de margarina
20 g de sal
Preparación:
Desleír la levadura en 300 cc de agua tibia, colocar en un bol con el azúcar y 300 g de harina y dejar tapado con un film durante 1 hora. Colocar en otro bol, el resto de agua y adicionar la leche en polvo, el azúcar y el extracto de malta, mezclar bien, agregar de a poco la harina con la sal y finalmente incorporar la margarina blanda, unir hasta formar una masa tierna y homogénea, dejar descansar la masa 20 minutos, cubierta con un film, dividir la masa en porciones de 70 g y bollar, dejar descansar 20 minutos, estirar cada bollito con la mano dándole forma alargada, colocar sobre una placa enmantecadas, cubrir con lienzo y dejar leudar hasta que duplique su tamaño, cocinar en horno a 180° C. Al finalizar la cocción pintar los panes con manteca fundida.

8/16/2007

Olio di oliva all aroma di tartufo bianco


Alguien a quien aprecio mucho me trajo de Italia este aceite de oliva aromatizado con trufas blancas, estoy pensando en que usarlo, en cuanto lo use les cuento.

8/15/2007

El pimiento. Un poco de historia.

Leyendo el post de Marta Elena aroma que conquista busqué un poco de historia de este maravilloso producto.
Cristóbal Colón se equivocó dos veces, una al confundir el continente que luego se llamaría América con la India y otra al tomar aquel arbusto, de frutos rojos y puntiagudos, por el de la pimienta. Había prometido descubrir ambos, porque la India era una auténtica obsesión para las gentes de entonces. Era la tierra de las especias, sobre todo de la pimienta, que desde hacía ya varios siglos valía literalmente su peso en oro. Las caravanas de mercaderes la llevaron a la Roma Imperial a través de Arabia, para satisfacer el paladar de los sibaritas. La pimienta se puso de moda y se convirtió en un medicamento mágico. Como si fueran monedas, los granos de pimienta se llegaron a utilizar para pagar impuestos y rescates o para comprar esclavos. En el año 410, el fiero rey de los godos, Alarico, exigió a los romanos (entre otras muchas cosas) como rescate tres mil libras de pimienta a cambio de no destruir su ciudad.
La planta de los muchos nombres
La palabra piper, nombre que los romanos daban a esta valiosa especia, procedía de la India y la trajeron los mercaderes de la lejana Asia, quienes llamaban a los granos de pimienta sencillamente pip, que quiere decir «grano, semilla». La palabra piper sonaba peper a los oídos de los germanos, y con esa forma viajó junto a los invasores y colonos germanos (pepper en inglés, pfeffer en alemán) a lo largo y ancho de lo que más tarde sería Europa. El latín piper origina directamente el francés poivre, el italiano pepe y el catalán pebre, la pimienta del castellano, del gallego y del portugués proceden del latín pigmenta. Pasó el tiempo y la mayor parte de la Europa cristiana no volvió a ver la pimienta hasta la época de los caballeros cruzados, quienes trajeron consigo los «granos arábigos». Con ellos pasaron los Alpes, para condimentar con su sabor picante las aburridas calderetas de carne y disimular el olor a moho de los alimentos rancios y el sabor de la carne atrasada. Aún hoy en día de los paños bordados medievales, que los conventos de la Baja Sajonia guardan en arcones de madera de noble, se espolvorean cada primavera con granos de pimienta para ahuyentar las polillas. Durante siglos, la pimienta recorrió camino hasta Europa, pero ningún europeo llegó hasta el reino de la pimienta, ni encontró el país del que era originaria. Ningún príncipe de Occidente multiplicó su riqueza con este «oro negro». Los árabes guardaron muy bien su secreto y solo se descubrió cuando Vasco de Gama, junto con la ruta marítima a la India, encontró la frente de aquel tesoro Llamado pimienta. Cristóbal Colón aseguró ser capaz de llegar a la legendaria India del Lejano Oriente, navegando hacia el Oeste. Aunque en principio nadie le creyó, encontró a alguien dispuesto a sufragar su empresa y proporcionarle los barcos necesarios para su búsqueda: los Reyes Católicos Isabel y Fernando. Estos esperaban competir ventajosamente con Italia en el comercio de la pimienta, sobrepasar la hegemonía política de Francia y aumentar su propio prestigio y poder. Cristóbal Colón partió sin botánicos a bordo, pero como estaba firmemente convencido de haber llegado a la India, llegó a la conclusión, sin pensárselo demasiado, de que aquella especia picante con que le preparaban la comida en su «India» tenía que ser la tan deseada pimienta. La llamó, por tanto, pimienta lo que acarreó una confusión de conceptos que ha perdurado hasta nuestros días. Ya en su primera carta a los Reyes Católicos, mencionó la picante especia: «existen en estas islas montañas, que en invierno son muy frías. Los naturales del lugar soportan el frío por costumbre y ayudados por un plato de carne, picantemente condimentado...
En su segundo viaje acompañó a Colón el doctor Diego Chanca, un instruido médico marino. Este habló igualmente de una «verdura que llaman agí (sic) y que emplean para dar un sabor fuerte al pescado, a la carne y a los muy diversos pájaros que cazan». Ya el año anterior, un religioso italiano, hablando de «la pimienta que no es pimienta», describió el axí como una planta «que crece más alta que la amapola, muy estimada por los nativos y que posee el mismo aroma picante que la pimienta. Empleándola no se necesita de la pimienta caucásica..... Esta pimienta picante también se llama Caribe, lo que significa fuerte y robusto. También se llaman así los caníbales caribes, «porque son fuertes y robustos». Más tarde, cuando esta pimienta que no es pimienta ya había adquirido el nombre de «pimiento», las gentes del Caribe lo siguieron llamando «ají», como los indios contemporáneos de Colón, y los mexicanos como aquella tribu azteca en cuya lengua los ajíes se llamaban chilli, por significar la palabra chil «rojo» (desde que los primeros hombres la conocieron, el color rojo parece haber sido el distintivo de esta planta). En España todos se denominan pimientos, tanto si son picantes como si no. A la hora de precisar, el termino «pimiento» se reserva a los pimientos dulces (morrones), mientras que los picantes (ajíes o chiles en Hispanoamérica) se llaman generalmente guindillas.
Indestructible y omnipresente.
Toda planta que florece y da fruto, necesita reproducirse. Por ello crecían tanto hacia arriba, orgullosamente erguidos y rojos, los frutos maduros de los primeros arbustos de pimientos, haciéndose ver entre la abundante masa verde de los bosques tropicales de aquella tierra que hoy llamamos América, para que los pájaros vieran el senuelo rojo, vinieran, comieran la carne y las semillas e hicieran posible que a su debido tiempo, naciera una nueva planta en los lugares en que se posaban y dejaban sus excrementos. Los indígenas, ocultos en la frondosidad de las selvas, observaban a los animales y a las planas de su entorno y veían como los pájaros picoteaban los frutos. Probablemente empezarían a recolectar y a sembrar delante de sus chozas solo aquellas variedades de frutos que por su peso colgaban de las ramas hacia abajo, ocultándoles así entre el follaje de la vista de los pájaros. Nadie puede asegurar cuando empezaron estos cazadores y recolectores a cultivar la tierra por la que vagaban. El hallazgo de semillas y de restos de frutos en nacimientos arqueológicos que datan de 7000 anos antes de Cristo ha demostrado que las gentes de entonces ya comían pimientos. El clima benigno de las montañas y colinas de centro y Sudamérica permitía que se sembrara o se plantara lo que se tuviera más a mano y se quisiera recolectar y comer. Entre estos primeros cultivos se encontraban el maíz, las alubias, los pimientos y las calabazas.
La fuerza y valor de un águila.
La siembra de este fruto-verdura corría, según narra una leyenda, a cargo del Águila, el Dios emplumado, que sobrevolaba los ríos y dejaba caer las semillas de un recipiente. De ellas nacían los frutos de fuego. Quien las comiera sin rechistar era un hombre, era tan fuerte como el Dios Águila. Esta prueba de hombría o de valor se repite constantemente en la historia de esta fruta. Y otra cosa más se ha repetido: los habitantes de las Indias condimentaban con pimentón una bebida alucinógena que se ofrecía a los dioses con la esperanza de alcanzar la inmortalidad. Un par de milenos más tarde se destilaba en Hungría un aguardiente de pimientos como remedio contra la malaria y el dolor de estómago, y se aplicaban esparadrapos con pimentón a heridas y fístulas, naturalmente no con la esperanza de alcanzar la inmortalidad, pero si una vida larga y sana. El Águila de los aztecas estaba ligada al Sol, al fruto de los pimientos al Dios Águila: águila y sol, oro, fuego y sangre, estos eran los grandes símbolos mágicos de las religiones precolombinas. Y al igual que la luz y el arrebol matutino, la flor y la mariposa evocan la procedencia de lo divino de la selva misteriosa, arde el rojo de los pimientos fogoso y deslumbrante como la piel de los dos compañeros de los dioses, el «señor de las flores» y, sobre todo, el «señor de los mortificados». Este rojo ardiente es la vida con sus placeres y con sus tormentos. Solo cuando el mortificado se cubra con el «vestido dorado», con su propia piel, la que le separa como individuo de todo lo demás, del resto del mundo, poda reconocer su alma y abandonar la selva. De esta forma se relacionan los frutos más rojos de la selva con una de las más antiguas leyendas sobre el origen del hombre. En los grabados en piedra y en las cerámicas más antiguas que datan de doce siglos antes de nuestra era ya aparecen representados los pimientos: animales divinos que sostienen pimientos en sus garras y hombres con pimientos en las manos y alrededor del cuello. Y se ha encontrado un solitario pimiento milagrosamente conservado entre capas de roca, que nos hace imaginar a una india de hace cuatro o cinco mil años cortando, quizás con un cuchillo de piedra, un pimiento a lo largo para eliminar las semillas y, quien sabe si al igual que nosotros hacemos, para rellenarlo. También desde tiempo inmemorial utilizaron las mujeres el polvo de pimientos machacados para untar con una gruesa capa toda la carne que, después de una cacería especialmente afortunada, no se pudiera cocinar y comer en el acto, con el fin de protegerla de los insectos y de la putrefacción. La selva, en la que maduraron junto con los pimientos las leyendas y los mitos, se encontraba ahí, donde nace el rió Amazonas. El hábitat de estos frutos intensamente rojos se prolongaba, a través de las regiones subalpinas de los Andes, en dirección Norte hasta México, e igualmente abundaban hacia el Este. Se balanceaban con el viento, madurando bajo el sol su rabioso color rojo, en todos las selvas existentes entre el Océano Atlántico y el Pacifico. Las semillas viajaron con los barcos españoles desde La Habana hasta Sevilla; con los transportes de plata hasta Manila; de Panamá a las Islas Canarias y desde allí, rodeando el Cabo de Buena Esperanza, a África, Persia y al gran Imperio Otomano, que se extendió hasta Hungría y los Balcanes. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, el cultivo y consumo del pimiento se extiendo desde la Península Ibérica a los territorios europeos que pertenecían a los dominios españoles o en los que no se ponía el sol y de allí a otras regiones. En Alemania, el luterano Leonardo Fucos, profesor de medicina de Tubinga, la menciona en 1543 como « pimienta de los indios». Pronto, en 1585, surgieron grandes cultivos en Bohemia « porque aseguran buenos beneficios», como anotó el botánico holandés Clusius, director de los Jardines Imperiales de Viena. Y lo mismo pasó, por lo visto, en todas partes. El sorprendente desarrollo de la agricultura árabe, desde la época carolingia hasta bien entrado el siglo XII, no se percibió suficientemente en Occidente fuera del área mediterránea. Ellos habían logrado el cultivo en grandes extensiones de plantas procedentes de África y de la India, entre ellas el algodón, la caña de azúcar, especias y quien sabe cuantas más, que hayan podido florecer durante mil y una noches, para después ser olvidadas. Antes de cultivarse en grandes extensiones, el piper iudicum fue considerado una curiosidad botánica, al igual que las patatas y los tomates, propios de los grandes jardines de los conventos, y más tarde también de los de los monarcas, que coleccionaban flora exótica sin importarles su precio. A estos jardines botánicos del siglo XVI llegaban las plantar del pimiento, desde el Este, de Turquía y, desde el Oeste, de la Península Ibérica.
La patria europea del pimiento.
Pero la gran salida a escena del «fruto rojo de los machos nombres» tuvo lugar en Hungría, en un entorno con un clima adecuado para esta planta: humedad, tierra fértil y veranos largos y calientes. Se dice que a los húngaros no solo les gustaron los sables turcos y las telas con dibujos turcos, sino tambien sus picantes platos, hasta el punto de dar a esta planta una nueva patria y un nombre: páprika, con el que es conocida en Europa central y oriental. La voz griega piperi o peperi se convirtió en piperke y en paparka. Es muy popular la leyenda de la muchacha húngara enamorada, que era aguadora y se llamaba Ilonka (Elena.), y que tuvo la mala suerte de que el pacha turco de Buda se prendara de ella y la incorporara como esclava a su harem. Pero, naturalmente, el corazón de Ilonka pertenecía a un valiente muchacho húngaro por lo que ésta buscaba incansablemente la forma de escapar. Un día descubrió de que forma se cultivaba y cuidaba en los jardines del pacha la «pimienta turca» y descubrió además un pasadizo subterráneo. El pasadizo, aunque no condujera directamente a la libertad, desembocaba en el patio exterior del palacio, donde Ilonka pudo verse a escondidas con su amado. Éste, durante un ataque del ejército cristiano, condujo a un destacamento de valientes soldados hasta el patio. De esta forma reconquistaron los soldados húngaros la ciudadela de Buda y obtuvieron la semilla de la «pimienta turca».
Los pimientos se hicieron populares rápidamente entre este pueblo de campesinos, pastores y pescadores, sin que se llegaran por el momento a conocer en la mayor parte de Europa occidental; pues Hungría permaneció bastante aislada durante los 150 años de ocupación turca. Cuando, en el año 1569, la condesa Szechy escribió que había mandado plantar pimienta turca roja en su jardín, los pastores de la Puszta ya untaban su tocino con pimentón, y sobre las encaladas paredes blancas de las casas de los campesinos se podían ver las ristras de pimientos rojos maduros, secándose al sol, hasta los últimos días soleados del otoño. Con el tiempo se establecieron dos centros de cultivo: uno en la zona de Szeged, a orillas del río Tisza y otro en la de Kalocsa, en la cuenca del Danubio. Fue allí donde se emprendió en 1918 una labor sistemática de clasificación y mejora de estos frutos, que dio como resultado dos tipos básicos, ennoblecidos posteriormente cuando en 1933 el Dr. Albert Szent-Gyorgyi descubrió vitamina C en los pimientos y fue por ello galardonado con el Premio Nóbel.
Un huésped tardío en nuestra cesta de verduras.
A pesar de la popularidad que alcanzaron el pimentón y el pimiento como ingredientes de la cocina húngara, y por tanto de la cocina imperial y real del Imperio Austrohúngaro, apenas se hacía mención de ellos. Se comía carne adobada de cerdo y de ternera, se daban banquetes de caza en los que los tapices de Damasco rojos y una decoración de rosas, copas de color rubí y hojas de parra rojas acompañaban a alimentos rojos que, salvo las fresas y las sandias, tomaban su color del pimentón. Pero en los libros de cocina no se hacían muchas referencias a él. Se empezó tímidamente por las ensaladas. Para las que se empleaban a principios de siglo plantas, cuyos nombres apenas se conocen hoy en día: cabeza de húsar, hoja casera y trébol de liebre, pincho de ratón, cardo de oca y por fin también pimienta española (Poivre long) o vaina picante (Capsicum). A partir de entonces comienza a aparecer la suave pimienta española en las recetas clásicas de primeros platos de ensalada: en la ensalada criolla, con lechuga, patatas y tomates o en la ensalada Isabel, con cangrejos, crevetinas, salmón y trufas. A estas alturas aun se pensaba en la India como patria de esta planta, cuyos frutos se recomendaban contra cólicos y como especia, para tomar en verano, con temperaturas elevadas, sin saber aún, hasta que punto estaban acertadas estas recomendaciones. Estos consejos se daban en una conocida revista de difusión europea para cocineros, y fueron ellos los que vieron por primera vez la oportunidad de crear una cocina centroeuropea refinada, pensada para relevar a la cocina de Francia, en baja después de ser derrotada en las guerras europeas. Alrededor del año 1900, después de las dificultades administrativas iniciales y de algunos escándalos financieros, se había consolidado en Europa central el imperio alemán. La unión de estados, de principados soberanos, de nobles y de ciudades imperiales, se había transformado en un estado confederado, en el que seguían los soberanos de antaño manteniendo sus palacios, con los que podían entrar en competición de ostentación con los nuevos ricos. Quien quería tener renombre, empleaba cocineros famosos y si estos querían «ser alguien», acompañaban a sus señores por ejemplo a una gran montería al Banato y se rebajaban a aceptar la invitación de algún humilde pescador, a degustar su sopa de pescado, para conocer novedades, con las que eventualmente se pudieran obtener honores. Después de una hora a caballo, a través de la Puszta nocturna, llegaban el cocinero y su guía húngaro al río Tisza, avisaban de su llegada con un disparo de pistola y sabían por el reflejo de la luz, que el viejo estaba atizando el fuego. Estaba cocinando pescado con pimientos, con manteca de cerdo y cebollas, pimentón, tomates, peces de río y unos puñados de aquellas vainas verdes, pequeñas, de las que bastaba una fracción para hacer llorar a todo aquel que no estuviera acostumbrado. Otro cocinero aventurero se encontró en un de sus viajes con un pastor de cerdos, y vio como este pinchaba en una varilla pelada de árbol, unos tacos de tocino, dados de pan y champiñones silvestres, como espolvoreaba todo abundantemente con sal y pimentón y como lo asaba sobre el fuego, hasta que la grasa del tocino impregnara el pan y el pimentón empezara a oler. «Esto así decidió el cocinero lo haré en mi cocina y se lo ofreceré a mi señor». De esta forma viajaban las recetas, en aquel momento todavía en forma de confidencias. En el año 1909 se publicó el primer libro húngaro de cocina que alcanzó gran difusión, pero en la cocina burguesa de aquellos tiempos, las vainas rojas y verdes seguían siendo desconocidas. En el famoso libro austriaco Cocina sur-alemana, de Katharina Prato, en su edición de 1911, ni siquiera se mencionan los pimientos. Su homólogo alemán de 1907, el Libro práctico de la cocina, de Henriette Davidis, contiene entre 1900 recetas tan solo una receta en la letra P: páprika (plato húngaro). Se trata del gulash (carne estofada) de ternera, condimentado con «pimienta española».
En la guerra y en la paz.
Pero los pimientos siguieron sin hacer su aparición masiva. Solo durante la Segunda Guerra Mundial se empezaron a transportar grandes cantidades de ellos hacia el Oeste, desde la Hungría ocupada por los alemanes. El pueblo alemán, educado ya antes de la guerra para la autosuficiencia alimentaria, vivía del botín de las zonas ocupadas o conquistadas y los pimientos aparecieron bajo la denominación «verduras desconocidas», junto con el hinojo, las berenjenas y la achicoria de hojas. Inmediatamente después de la guerra se «redescubrieron» las mismas verduras en las páginas de las revistas norteamericanas que se podían leer en todas las casas de América en Europa y en el mundo. Mientras que la expansión de los pimientos en Europa fue lenta, excepto en España y otros países mediterráneos en los que se consumían abundantemente, estos constituían un alimento natural en EE. UU. puesto que su cercanía geográfica con Centro y Sudamérica les permitía tener más influencias de la cocina de estos países en los que los pimientos, generalmente picantes, se empleaban y se emplean con gran profusión. La emigración y las necesidades de cubrir la alimentación de los pueblos ha hecho de esta planta una de las más consumidas por toda la humanidad, y la prueba la tenemos en que esta presente en las recetas de cocina de casi todos los países del mundo en donde el clima sea apropiado para su cultivo. En el aspecto eminentemente dietética, los pimientos presentan, además de hidratos de carbono y proteínas, numerosos minerales y vitaminas A, B2 y E, y su contenido en vitamina C es diez veces superior al de los limones y naranjas.
Para la cocina, el pimiento tiene muchas aplicaciones en infinidad de platos, tanto en crudo en ensaladas o en el gazpacho, aporta todas sus vitaminas. Cocinados, se pueden rellenar y son los protagonistas absolutos en los pistos y fritadas; son una guarnición muy indicada para carnes y pescados; aromatizan aceites y vinagres y algunas clases especiales de pimientos como los del Piquillo o los de Padrón, destacan por su delicioso sabor y gran variedad de formas de preparación.

Referencia: La gran cocina del pimiento. Editorial Everest.

8/14/2007

Un día en Siches

Queridos amigos sigo mostrándoles fotos del viaje por Cataluña aquí mi día en Siches con pulpo, papas bravas y por supuesto con una rica cañita.